Sasha es todo un maestro de la luz artificial. La mayoría de sus fotos son nocturnas o crepusculares, pero no se aprecia el más mínimo grano en la imagen. Le encantan las alturas, los paisajes semi-apocalípticos y la arquitectura desolada. Su capacidad de combinar los tonos más cálidos con los más fríos provoca un reconfortante tensión organoléptica.
Nunca verás una obsesión por los triángulos en general, y equiláteros en particular, tan bien llevada y reconvertida en expresión artística. Porque de eso va el perfil de Instagram de este fotógrafo ruso, de triángulos. Siempre ubicados en la base de la imagen, unas veces son descarados y otras exigen cierta intuición y sagacidad a la hora de descifrar líneas de composición. Todas y cada una de sus fotos poseen un mismo punto de fuga, pero la variedad cromática de una a otra es absoluta.
Para esta fotógrafa el universo es una dualidad regida por una cantidad muy precisa de grados: 45. Por eso sus instantáneas son planos aberrantes con esta concreta inclinación, dos mitades complementarias e indisolubles que, no obstante, parecen esferas independientes o realidades paralelas. Su imaginación y ojo clínico para encontrar estas composiciones son sencillamente asombrosos. Tendrás que mirar dos o tres veces cada foto para ponerte en situación. Esperamos que a la artista no le esté provocando tortícolis la creación de estas maravillas visuales.
Se describe como creativa conceptual, y no miente. Tampoco es casualidad que pertenezca a la unión de fotógrafos de arte. A Ekaterina le basta un monocromatismo ligeramente sepia con pinceladas de rojo (su color favorito, deducimos) para crear imágenes de una belleza simplista pero apabullante. Su capacidad de combinar elementos pictóricos le permite orquestar composiciones que a veces rayan el surrealismo daliniano, lo cual son palabras mayores. Si esto no es poesía, que venga Bécquer y lo vea.
Un regalo para los amantes del blanco y negro más puro, que no puristas ni detractores del color. El minimalismo de Vithin, tanto cromático como compositivo, transpira una paz absoluta, un equilibrio estable en el que caben incluso duras líneas de tensión y perspectivas forzadas. A veces uno no termina de ubicarse como espectador y se pregunta cómo demonios habrá tomado esa fotografía. Sasha exprime la geometría de las ciudades hasta dejarlas secas, para nuestro deleite. Si algún día el universo necesita un demiurgo, deberíamos proponerlo como candidato.
Si alguien duda que la Rusia profunda puede ser bonita, que se pase por el feed de Yaroslav. Este artista afincado en Moscú se pega sus buenos viajes a lo más profundo de la tundra y la taiga siberianas con tal de hacer el disparo perfecto. Los paisajes naturales que encuentra arrebatan el aliento: nos muestra auroras, lagos, estepas, glaciares o desfiladeros como nunca los habíamos visto. También es fotógrafo de bodas, no sabemos a qué precio. Lo que está claro es que los contrayentes deben estar dispuestos a mancharse sus trajes de gala para llegar a esos lugares tan remotos y bellos.
Otro fotógrafo con una línea conceptual bien definida. Las fotos de Maksim son tremendamente variadas, si bien todas tienen un elemento común: una instantánea tipo Polaroid superpuesta sobre la imagen de fondo. Ambas tomas encajan, por supuesto, de manera más que perfecta. Este virtuoso ejercicio de metafotografía conlleva un trabajo de planificación mucho mayor de lo que pueda imaginarse, pero el resultado es más que espectacular. Y para que no quede duda de que siempre toma él las fotos, basta con fijarse en el pulgar omnipresente que sujeta la impresión.
Las composiciones de Makeeva son, por lo general, abigarrados bodegones de fantasía. Extremadamente coloridas, sus fotografías tienen un retoque delicadísimo y cuidado. Las horas de trabajo que deben de exigirle son inimaginables. Amante de los globos aerostáticos y los gatos (sobre todo el suyo), integra decenas de elementos en soberbios cócteles de luces y colores de otro mundo. Porque, de verdad, cuesta creer que los paisajes que nos enseña realmente existan. Probablemente la mejor fotógrafa de los ocho aquí presentados. Un talento monumental.