¿Puede un influencer no anhelar la influencia sino, paradójicamente, querer destruirla? Si tomamos esta afirmación como el juego léxico que es, desde luego que puede. Vale, no hablamos de la misma influenza, pero, ¿puede estar más de moda este término, por desgracia?
Nuestro influencer noble de este mes tampoco fue lo que estamos acostumbrados a denominar como tal, más que nada porque nació a mediados del siglo XIX y lo más cerca que estuvo de un artefacto tecnológico debió de ser un telégrafo. Pero por otras muchas razones, y más importantes, sí podemos catalogarlo como una figura positivamente influyente. Hablamos de don Alexandre Yersin.
Respect, monsieur Yersin.