En 2011, ya estaba claro que el streaming era el formato vencedor y la industria se potenció con el nacimiento de los más grandes competidores: Amazon y Netflix.
Esto provocó que el nuevo objetivo de Netflix para el 2018 fuera contar con un millón de series y películas propias. A su vez, todo esto hizo saltar la voz de alarma entre las viejas distribuidoras sabiendo que las reglas habían cambiado. Las empresas comenzaron a saber más sobre las nuevas formas de consumo digital y así se vieron obligadas a actualizarse.
Una nueva fórmula de consumo de ocio y entretenimiento que se suma, y complementa, a las ya existentes, y permite fidelizar al público y llegar a mas espectadores.
Es aquí donde nacen los productos audiovisuales con un modelo de explotación 360º; aquí, el producto se convierte en un soporte más y crea un universo que aumenta exponencialmente la experiencia como consumidor.
Las productoras van más allá de que una serie pueda ganar un premio; ahora, van hacia el futuro para conseguir aún más rentabilidad en los proyectos.
Es decir, aquí gana el que elija la estrategia más adecuada para involucrar al espectador.
De repente, el consumidor asume un rol activo y se involucra en el producto para saber de qué se trata antes del estreno o antes de darle play a la serie.
Pero, justo después, también da curiosidad y por eso va más allá buscando involucrarse en las vidas de los personajes.
A través de esta demanda nacen nuevos líderes de opinión y personas influyentes en el mundo digital, ligado al mercado y creando mas ofertas de consumo para los fanáticos.
Pero el nuevo producto latente es la serie “El Juego del Calamar'', otra producción coreana que también deslumbra en lo audiovisual.
Originó un 7.800% de aumento en las ventas de las zapatillas Vans en tres semanas y un fanatismo por la receta de las galletas dalgona en Instagram.
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