Eso supone, queridos amigos, conexión. Y no sólo de banda ancha; las neuronas y el alma rompen mitos científicos cuando hablamos de interacciones a través de Internet.
Como ya sabéis, el ser humano es, de por sí, una bestia diseñada para la comunicación; para la amistad pero, sobre todo, para esa trampa de la naturaleza que es el amor. Por ello, los sentimientos y las emociones han aprovechado esta nueva ruta (ahora ya, para algunos suertudos, de fibra óptica) para expandirse gracias a los miles de blogs, tweets, cuentas y páginas web que recogen publicaciones sentimentales y amorosas que miles de usuarios comparten por sentirse irremediablemente identificados. Y he aquí el éxito: todos sentimos.
Para llegar a un buen ejemplo, voy a utilizar la plataforma de microblogging Twitter: maravilloso mundo construido por millones de reflexiones, opiniones, declaraciones y quejas en 140 caracteres.
Podemos decir que aquí se ha fecundado uno de los más importantes fenómenos "informático-sentimentales-emocionales" hasta hoy: los poetas que no sabían que eran poetas han salido a la luz. Los 12.345 tweets de su cuenta se han impreso, se han convertido en libro y posteriormente en bestseller. Increíble, ¿no les parece? Lo intangible se digitalizó inconscientemente para ser, posteriormente, tangible.
Parece una casualidad, pero muchos de los más populares tuiteros se han pasado al papel y han añadido a su bio el titulo de 'escritores' o 'poetas' y, aunque algunos de dudosa calidad literaria, todos han conseguido que el usuario lea y, lo que es aún más importante, sienta.
Los jóvenes han salido de sus smartphones para coger un libro atraídos por esas frases romanticonas y morbosas que hablan de un amor imposible pero apasionado, de vacíos de camas y de corazones rotos. Todos esos tópicos que nos encontramos todos los días en las redes han animado a nuestra juventud a leer (¡y en papel!), han reanimado la cultura y, lo que es más importante, están creando una nueva corriente de lectores que, dentro de lo malo, puede descubrir un Shakespeare, un Mandelstam o un Hesse y eso, ¡eso!, es lo maravilloso: los sentimientos más banales van a llevar a las personas por un camino de conocimiento y mente abierta que les pueden guiar por sendas con frutos que, al catarlos, les harán cambiar el mundo.
Señores y señoras: las redes estan cambiando el mundo porque lo más bello de cada uno de nosotros ha utilizado un invento de comunicación militar para plantar, una vez más, una semilla infinita en la humanidad.
Gracias, Internet. Gracias, Arte.
Por: María Poddubnaya / @blackv0dka